La denominación del término ''árbol '' a la ciudad moderna no viene dado sólo por la forma de la misma, sino también por la relación que se establece entre las personas y los usos aplicados a cada zona de la misma. 

Hay una diferencia clave entre el mundo de las cajas de cristal y el embrujo de los lugares impregnados de la pátina de la vida. No es el simple impacto pintoresco de las calles, es la manera de hacerse a la calle. De manera gráfica y escrita se muestra que de manera sucesiva, las ciudades antiguas son el jaleo ordenado de raíces dependientes unas de otras para su equilibrio mientras que las ciudades antiguas son las independientes ramificaciones que resurgen de tallos aislados unos de otros. 

Se nos presentan varios ejemplos contrapuestos en los que se percibe perfectamente ésta diferencia neta. Por ejemplo la planificación urbana de Lucio Costa para la ciudad de Brasilia, la de Le Corbusier para Chandigarh o la de Kenzo Tange para Nuevo Tokyo en comparación con, sin irnos más lejos, la traza urbana de los pueblos serranos de Granada. 

En el texto también habla de un esquema estructural de ''amigos''. Esto quiere decir, que la parte sociológica de éste ámbito no podemos dejarla de lado, puesto que es directamente dependiente de la ciudad. Por ello dice que el esquema de amigos tampoco es un árbol como  no lo son las ciudades antiguas. El mapa de amigos se traza por las huellas de manera invisiblemente perceptible. 

Nuestra tarea es llevar a la arquitectura dicho concepto, de crear una malla ilimitada de fachadas que conformen espacios, de usos efímeros y siempre presentes y la necesidad de las personas de ver y sentir la ciudad como un todo y no como un conjunto de entornos cerrados y estrictamente funcionales.

No interesa la forma sino la intersección o vacios dentro de un mismo sistema.