Este artículo comienza con un repaso de lo que ha supuesto la calle para la ciudad, y de la evolución que ésta ha sufrido a lo largo de la historia. Aunque la aportación más interesante que hace, sobre todo en relación a la temática de los anteriores textos, es que coincide en la importancia de que en las calles deban coexistir diferentes usos y circulaciones, que la suma de cosas enriquece la calle y por tanto al peatón y a la ciudad; pero que también son necesarias esas vías monofuncionales, es decir, que según la situación y el momento será necesario unificar usos y transportes en una única vía, y en otros habrá que segregar. Y pone numerosos ejemplos de estas 'hibridaciones', como Berlín, Barcelona, Los Ángeles...
La novedad de este artículo es que ha diferencia de los anteriores que denuncian la zonificación y la segregación y exigen una ciudad mezclada e indiferenciable, el artículo reconoce la necesidad, además, de esos lugares monofuncionales y pide una hibridación. La virtud está en el término medio.