Lo cierto es que no he llegado a tener siquiera una idea cercana del concepto de urbanismo que propone el autor en el texto hasta el final, y tampoco de manera clara.

Al igual que en otros textos leídos, y además me hace especialmente gracia en este, el autor critica las “metáforas engañosas” que se utilizan como excusa de proyecto, cuando él no habla en ningún momento de manera clara, no define a la perfección eso que tanto le preocupa; el urbanismo, la urbanidad… entonces, si no ha sido capaz de hacerme comprender a mi personalmente ese concepto ansiado que buscas, defines y proteges; ¿cómo puedes hablar de manera tan violenta u ocupar una posición tan concienciada?, como  ya comenté en otro de los textos, no creo que estemos tratando con ciencias empíricas.

Es cierto que, en mi opinión, podemos reconocer casos de intervenciones urbanas más o menos acertadas pero realmente no creo que el problema sea la voluntad de las personas, en todo caso la economía. La economía arrasa con la voluntad.

Y actualmente la sociedad se rige por cuestiones como la rentabilidad económica, velocidad en las construcciones, etc, con un fin lucrativo.

En mi opinión ese es el verdadero problema o crisis por la que está pasando todo espacio público, cada vez menos son los que se detienen a observarlo, entenderlo, reflexionar sobre él, estudiarlo… simplemente obtener un beneficio de él.