En los últimos años la figura del urbanista ha sido dejada de lado poco a poco. Se ha llevado a cabo una construcción masiva y sin control alguno, con el simple objetivo de explotar al máximo el suelo y obtener el mayor beneficio a toda costa. Muchas de esas construcciones ahora son barrios fantasma, en los que es difícil ver un coche aparcado o una persiana levanta en alguna de esas casas construidas en serie.

Se ha estado construyendo sin control ni directrices, lo que he llevado a que muchas zonas sean un caos total, tanto estética como funcionalmente. Construcciones sin personalidad. No se ha usado a los urbanistas para proyectar las nuevas construcciones en función a factores que no sean económicos.

El urbanista debe colaborar en el desarrollo de la ciudad, no hace falta cuidar cada detalle, sino simplemente crear unos espacios que nos hagan a todos los ciudadanos la vida un poco más fácil.