En lo primero que pienso es en como enseña la ciudad al arquitecto para que luego el arquitecto haga algo por la ciudad, es como si primero la ciudad le aporta al arquitecto y posteriormente el arquitecto le responde de una manera generosa. La ciudad le enseña al arquitecto valores propios que cada una posee de manera individual y que el arquitecto debe de saber detectar para asimilarlo y realizar una buena intervención, el arquitecto por una ciudad puede hacer una gran cantidad de intervenciones, primero el arquitecto debe de detectar los problemas que tiene la ciudad, detectar cuales son los puntos “calientes” sobre los que intervenir, ahí interviene el olfato individual de cada arquitecto, de cómo percibe y entiende la ciudad. El arquitecto es hoy un indudable solucionador de problemas al servicio de los habitantes. En esta asignatura he aprendido la cantidad de cosas que le puede aportar un arquitecto a la ciudad, como se puede intervenir desde una simple pavimentación, una reordenación de calles, intervenciones de mayor complejidad porque suele acaparar una mayor zona de intervención y relaciones con el entorno. La importancia que tiene este tipo de actuaciones es vital, he aprendido a que hay que proyectar hasta cierto punto dejando al usuario acabar y ocupar libremente el lugar. Hay que saber aprovecharse de lo que ya hay en la ciudad para que al implantar lo que proyectamos de manera que lo nuevo parezca que siempre ha estado relacionándose con lo que hay, cuando vemos la ciudad vemos que hay muchos proyectos que han aterrizado como ovnis, esta imagen es lo que hay que evitar. En mi primer contacto con la ciudad, durante este cuatrimestre, he aprendido a como el arquitecto empieza a sensibilizarse con el lugar y cuáles son los inicios correctos de estos tipo de proyectos de nivel más complejo, para así poder hacer algo bueno por la ciudad.