Proyecto: Urban Games 2014
Tema: Diálogos
Coordinadores:
abarca
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Francisco Jarauta y Rem Koolhas: La idea de ciudad genérica.
Al leer el texto de la primera semana “¿qué ha sido del urbanismo?” inevitablemente me vino a la mente la reflexión de F. Jarauta sobre el concepto acuñado por R. Koolhas de “ciudad genérica” cuyas bases deja este entrever en el primer texto mencionado.
Me impresiona cómo Koolhas, desde la primera línea, nos sumerge en una resignación de la idea de ciudad actual, cómo si el urbanismo que se inició en el movimiento moderno nos hubiera mentido en su intento de hacer una ciudad acorde a su tiempo. Parece que nos quiere abrir los ojos a que no es posible conseguir una ciudad actual, un marco donde se pueda desarrollar la vida de hoy, pues en el s XX se empezarían a comprender las bases de la ciudad clásica cuando esta ya llevaba siglos desaparecida “ (…) somos especialistas de una dolencia fantasma, doctores que discuten los intrincados detalles médicos de un miembro amputado”, esa frase lapidaria parece una caricatura de el urbanista de hoy, que dándole la espalda al problema sobre el que debe sumergirse, aun estaría anclado muy atrás, empezando a descubrir las bases de algo ya obsoleto.
Pero a medida que el texto avanza da la sensación de que realmente la solución de la cuidad es sencilla, está delante de nuestros ojos, y es precisamente la importancia de la polis clásica que ahora comprendemos en su totalidad la que nos ayuda, es el camino de la “ciudad genérica”, donde se escenifique la incertidumbre de la sociedad de hoy, un verdadero espejo de lo que somos, de este mundo globalizado en el que vivimos.
La ciudad debe arraigarse en el “potencial”, en el dejar abierto a la posibilidad de que todo ocurra, olvidarnos del orden para dejarnos guiar por el caos propio de la vida, que se refleja en el espacio. Jarauta definía esta ciudad como “un laboratorio de análisis sobre los grandes cambios civilizatorios “, y enraizaba esta solución en la premisa del crecimiento exponencial de la población, la misma base que enuncia Koolhas en el suyo.
Pero ahí surge el verdadero debate, ¿hasta qué punto algo que deja la puerta abierta a todo posibilita que todo pase?, aún recuerdo la frase que me dijo un profesor en una clase de proyectos cuando cursaba primer curso, respecto a unos asientos que había colocado en el extremo de una plaza: “cuanto menos limitaciones le pongas a la plaza más posibilitas que todo ocurra”, y es cierta esa afirmación, pero tiene el contrapunto de que si una plaza no tiene nada que la haga atractiva es posible que nadie la reclame, que al no haber un sitio donde sentarse la gente sencillamente no espere a nadie allí, y que por dejar todo abierto, nada entre.
Jarauta justifica esta idea con la aparición de un nuevo ser social. El hombre de este siglo esta globalizado, al igual que la política que lo rodea. Cada día es más frecuente el flujo migratorio entre países, flujos que recorren ciudades y las generan en sí mismas. Y esto es un verdadero reto proyectual, pues es muy difícil proyectar esa ciudad genérica que sirva a todos en todas las épocas.
Un gran espacio que se deje llevar por el caos y que se construya a través de la gente que lo habita en cada tiempo permeabilizándose de la sociedad también es incierto, y no asegura que sea un fiel reflejo de lo que realmente es la sociedad que lo construye, aunque está claro que de este modo se elimina el margen de error producido por la decisión concreta del proyectista.
Ante esto debemos de seguir trabajando. Los arquitectos de hoy debemos de tender a ser más arquitectos de ciudad que arquitectos de objetos aislados, más urbanistas que trabajan codo con codo y menos arquitecto individual cuyo nombre aparece aquí y allá.
Volver a pensar la relación interna que rige la idea de habitar y de su construcción implica OBSERVACIÓN, como bien explicaba Jan Gehl en el documental “The human Scale” el sentarse en una plaza día tras día a ver qué ocurre, analizar cómo se comporta la gente de cada lugar, hasta que hora da la sombra en la esquina de una plaza…. Son detalles no tan insignificantes, pues ahí está la respuesta a la conducta aparentemente imprevisible y caótica del ser humano.
Personalmente y desde el respeto de llevarle la contraria a los gigantes del pensamiento aquí citados, no pienso que una “ciudad genérica” sin identidad local sea la solución de la ciudad actual, más bien me posiciono en la línea de Gehl, en la observación detallada, en la búsqueda de la solución a cada problema a través del estudio de sus circunstancias, pues aunque vivamos en un mundo globalizado, no podemos proyectar ciudades puras que sirvan a cualquier cultura, clima o sociedad, pues estaríamos perdiendo una riqueza elemental.
Los flujos migratorios se enriquecen de las culturas que habitan y viceversa, cada lugar deja una huella en el ser humano, una nueva manera de ver la misma cosa, que nos abre la mente y nos enriquece. Por ello aunque la ciudad se globalice y nos acerque a una sociedad más equitativa donde no encontremos limitaciones ni muros, debe conservar su identidad, la esencia del que la habita, que no siempre es itinerante al igual que no lo son sus condiciones geográficas, climatológicas o históricas.
Hagamos lugares para todos, con una identidad que no suponga una barrera sino una nueva mirada a la misma cosa.
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