En este texto Rem Koolhaas hace una dura crítica contra el urbanismo actual y muchos de los proyectos que se llevan haciendo durante los últimos años.

Critica al Movimiento Moderno, de forma que el paso de cantidad a calidad a través de la abstracción y la repetición de modelos que supuestamente son la gran solución a distintos problemas, ha sido un verdadero fracaso.

A pesar de esto Koolhaas destaca que la ciudad no ha muerto, ha sabido sobrevivir, preexistir a pesar de los constantes errores que se producen al intentar transformarla. Algo que dice, es humillante para el arquiecto.

Estos errores pueden ser productos de lo que llama la lluvia ácida procedente de la modernización: aeropuertos, edificios en altura, infraestructuras, ciudades satélite... Con esto lo que se ha conseguido es que vivamos en un mundo sin urbanismo, sólo con arquitectura, edificios significativos que pretenden ser hitos o ser novedosos y llamar la atención, pero que no tienen cuenta sus consecuencias urbanas ni la dimensión de la ciudad.

Como solución Koolhaas propone el nuevo urbanismo que no lo dejará todo tan extremadamente definido como el urbanismo moderno sino que se escenificará en la incertidumbre: de la irrigación de los objetos en el territorio, en la expansión y negación de fronteras, en la no separación, en el incremento y la modificación. No tratará de construir excesiva obra nueva y despreciar lo demás, sino de aceptarlo, adaptarlo y transformarlo.