La ciudad es en sí misma un mundo. Como personas podemos constribuir a ella por el simple hecho de vivir en ella, pero la cuestión es qué hacer para mejorarla. Como arquitectos tenemos esa opción de ver más allá de lo evidente, de ver y entender por qué pasan las cosas. Nuestras intervenciones sean buenas o malas afectan a todos, tanto si es de efecto inmediato o a largo plazo. 

Creo sinceramente que el tema del urbanismo de la ciudad conlleva una responsabilidad enorme. Me refiero al hecho de que cada cosa que hagamos puede determinar el comportamiento de las personas, al igual que su calidad de vida y su ánimo.

Lo primero y más importante es estudiar y analizar lo que a la ciudad le falta para saber lo que pueda necesitar,o a lo mejor lo que le sobre. Además creo que observar las cosas bien hechas, las que funcionan sirven de base y apoyo a lo que queramos conseguir, aunque también depende de los medios que utilicemos para conseguir ese fin.

A veces parece que jugamos haciendo proyectos, poniendo una vivienda aquí, un museo, y más cosas, pero no llegamos al fondo de todo. Nuestras aspiraciones son siempre grandes, y eso ayuda al arquitecto para por lo menos conseguir la mitad de lo esperado. No debemos dejar de aspirar para la ciudad, de soñar, porque es el único medio para que podamos tener la voluntad suficiente para luchar por la ciudad. Hay que aspirar a la belleza, a la comodidad. La ciudad es nuestra casa, debemos cuidarla y tratarla como si fuera nuestro más grande tesoro.