Antes de comenzar a estudiar arquitectura, al pasear por las calles, llegar a una plaza… no me planteaba su origen o diseño. Simplemente estaban ahí porque alguien ajeno a mi "decidió" colocarlo.

Una vez dentro de la carrera, la visión del entorno ha ido (e irá) cambiando sucesivamente. La relación que existe entre edificios, los recorridos que tomamos por las ciudades, la situación de algunos edificios, el ensanchamiento y estrechamiento de muchas calles, etc. son gestos que tienen sentido, no son aleatorios.

Ahora, tras el primer contacto con el urbanismo, la visión hacia la ciudad está comenzando a cambiar. Al pasear por la calle te percatas de las carencias, necesidades y soluciones que se han tomado para mejorar la vida de las personas que viven en la ciudad. Incluso puedes esbozar algún pensamiento que permitiría mejorar alguno de estos aspectos.

Por ello, esa debe ser la misión de un arquitecto: Mejorar la calidad de vida. Tanto en proyectos a nivel de ciudad como, según mi opinión la forma más importante, con pequeños gestos como puede ser un pequeño apoyo para el pie en los cruces de cebra para las bicicletas.

Debemos proyectar una ciudad que funcione adecuadamente y tenga un sentido especial.