Urbanismo I nos ha enseñado a cómo abordar una ciudad en sí, partiendo de una escala a nivel general y haciendo zoom poco a poco, entrando cada vez más en detalle.
Hemos visto diferentes formas de estudiar el territorio, la ciudad, elementos como la propia topografía del lugar, las conexiones que tiene, y cómo se llega allí, sus relaciones, la arquitectura existente con su diferentes tipologías, los equipamientos, etc. En general: qué hay en la ciudad y cómo esos distintos elementos se relacionan entre sí y a su vez con el ciudadano.
Con estos conocimientos se nos permiten un primer contacto con la ciudad; el cual no eramos capaces sin haber realizado cada una de las prácticas propuestas. Es por ello que a partir de todo esto podemos ver qué se puede aportar a la ciudad, qué puedo aportar yo mismo.
Quizá seamos capaces de detectar ciertas carencias de la ciudad en general o a una escala más pequeña, viendo qué problemas hay en cada barrio, en cada manzana o simplemente en una calle en concreto; e incluso problemas que puedan llegar ocurrir en el devenir de esa ciudad. Problemas de redes, de conexión, de circulación, de aglomeración o de desuso, a lo que le podemos poner solución más o menos acertada.
Tampoco podemos aportar una solución totalmente definitiva a un problema, pero sí tenemos una base de conocimientos que pueden servir y podrían ayudar a que poco a poco nuestra labor como urbanista y en general arquitecto sea cada vez más acertada y sobre todo máas meditada.