La calle sirve para atravesar, acceder, recibir y como espacio colectivo utilizable.

Hay dos tipos de calles: las monofuncionales, como los pasajes de comercio o las calles rápidas urbanas, o las multifuncionales que reciben toda clase de actividades. Esa última nos trae un problema: la coexistencia de funciones y de usuarios, un problema que debemos plantearnos ho más que nunca.

Debido al desarrollo, hay que transportar más, y como consecuenciase necesita mayor espacio para los vehículos de mayor velocidad por lo que las calles tuvieron que agrandarse, el cruce se hizo más complicado y peligroso y esto dio lugar a conflictos. La función de movilidad tuvo prioridad sobre la de residencia y la de desarrollo de actividades.

En este contexto los urbanistas inventaron la calle moderna que trataba de jerarquizar la circulación según las velocidades e manera que se crean grandes ejes de mayor circulación, con ramales secundarios y terciarios. De esta manera el comercio emigró a nuevos lugares monofuncionales y las calles de barrios residenciales se reservaron a la única función de servir.

Pero se generó una serie de problemas: de espacio ya que no se podía generar todas las calles que necesitaban los automóviles por lo que se generaron autopistas unas sobre otras o se soterraron; de reacciones ciudadanas ante las molestias del tráfico y la desrtucción de patrimonios urbanos.

La ciudad es mezcla, variedad, encuentro, lo inesperado, pasear, soñar, ver espectáculo en la calle. No por ello deben desaparecer las vías peatonales o las grandes autopistas, sino que deben ser combinadas, elegir soluciones que respondan al lugar, a la topografía y a la cultura y el pensamiento. No centrarnos en los detalles, sino mirar también con perspectiva.

No se trata de estar en la calle sino de participar en ella, de ser la calle.