En este documental se habla de las gigaciudades, ciudades que parecen sacadas de cómics de ciencia ficción, de utopías que se han hecho realidades. Sin embargo estas ciudades resultan frías, distantes, individualistas, todo lo contrario de el hombre para el que están hechas, el ser humano, cálido y social.

El hombre ha vivido siempre en clanes, en grandes viviendas, en grandes familias, sin embargo en las ciudades de la modernidad las casas y pisos están hechos para una, dos o como mucho tres personas, en definitivas viviendas pequeñas para ahorrar y optimizar el espacio al máximo. Nos hemos autocondenado, autooprimido y autolimitado porque el dinero y la economía priman sobre las necesidades humanas y nuestra felicidad y comodidad.

Los modernos como Le Corbusier estaban convencidos de la eficacia de sus máquinas para vivir pero con ellas lo que consiguieron fue destruir la ciudad. La gente pasó del medio rural a grandes ciudades apretadas y con bullicio dejando atrás el medio ambiente y la calidad de vida. Quien se muda a la ciudad tiene que adaptarse, cambiar sus costumbres y su estilo de vida, se pierde la tradición , la identidad. ¿No debería ser la ciudad la que se acomode al hombre y no estar el hombre al servicio de la ciudad?