Llama la atención, en primer luger sobre este gran arquitecto, la gran trayectoria familiar en el mundo de la arquitectura, aunque esto queda en una anécdota, pues él no desmerece en nada la justa fama de sus ascendentes.

Quiero destacar la afirmación de que las ciudades de ahora son más interesantes que las históricas, aunque menos bonitas. Mi reacción inmediata fue negarlo rotundamente, pues soy un romántico empedernido y creo que todo lo que tiene aroma a viejo es mejor que todo lo que huele a plástico moderno. ¿Cómo va a ser mejor la ciudad moderna si ni siquiera somos capaces de proveer de agua fresca a las fuentes públicas? Luego, leyendo detenidamente la definición de interesante que hace suavizo mi negativa. 

Éste curso he aprendido que la ciudad, a parte de calles, plazas, parques y edificios, somos las personas. Y en base a ésto, De Solá afirma que las ciudades de ahora son más interesantes. 

La idea que ya he aceptado de que las ciudades somos también las personas y de que las personas somos , de media, más complicadas y por tanto "interesantes" que hace 100 años hace replegar mi crítica y pensar que quizás, no todo lo de ahora sea tan malo, ni todo lo de antes tan bueno.