Un arquitecto debe procurar el bienestar de los habitantes no sólo dentro de un edificio, sino también en el exterior.
Al igual que cuando se proyecta por ejemplo una vivienda, para urbanizar es necesario conocer a las personas que viven en un determinado lugar: su comportamiento, su forma de vida...
Hay que tener en cuenta que toda esta obra tiene un fuerte componente ético en cuanto a que se puede convertir en la esperada solución de algunas personas o, por el contrario, en un enorme problema de su día a día.
Nuestra formación ha de permitirnos tener las capacidades necesarias para que, con mayor o menor grado de dificultad, sepamos resolver todas las soluciones y problemas que se nos planteen en nuestro ámbito.
Además de todo ello, el arquitecto como urbanista debe reconocer la escala de su obra, teniendo en cuenta que probablemente permanezca en el lugar durante una gran cantidad de tiempo. Esto requiere que esté preparada para la llegada de generaciones futuras y sus posibles ampliaciones o modificaciones.
Mi conclusión puede resumirse en una cita de Luis Fernandez Galiano: "Tanto los espacios urbanos como los grandes ámbitos de los edificios públicos solo adquieren sentido cuando se convierten en escenario y marco de la vida social."
Imagen de Eduardo Galleazzi. Arquitecto. Procedente de la página web www.arquitectoeduardogalleazzi.com