Las calles, esas venas que recorren la ciudad y las llenan de vida y fluidez, pueden ser monofuncionales, es decir, que albergan una sola función en su recorrido, por ejemplo calles residenciales o comerciales o multifuncionales, en las que se llevan a cabo todas las funciones posibles, estas últimas son las más comunes hasta ahora.

                Desde los romanos estas calles multifuncionales presentaban  un problema, separar el tránsito de carros de los peatones. Pero este problema se ha agravado más con el uso del coche, no solo porque la velocidad es mayor y esto conlleva a mayor peligro para los ciudadanos sino porque el número de vehículos se ha disparado. Desde que  se comercializaron con un precio asequible para la gran mayoría de la población, todos los ciudadanos han querido poseer un coche propio y esto ha llevado a que la ciudad no se diseñe para las personas, si no que los coches se apropien de ella y todas las medidas se dirijan a favorecer el movimiento de vehículos privados. Esto es obvio, si promueves el tránsito de vehículos de uso propio cada vez habrá más y estas soluciones simplemente serán un parche temporal ya que el problema de la aglomeración volverá.

                Por esto estoy a favor de proponer medidas que favorezcan el uso del transporte público como la adaptación de un carril exclusivo para buses y el uso de los vehículos no contaminantes como la bicicleta mediante carriles bicis que sean funcionales. Estas medidas se están implantando ahora en las ciudades que han llegado a un extremo de flujo de vehículos por sus calles como Paris.

                Otra medida para devolver la calle a las personas y no a los vehículos es crear o modificar calles para hacerlas de uso exclusivamente peatonal. O que permitan el uso de vehículos solo durante unas horas fijadas, el resto de horas que solo sean utilizables por transportes públicos y por peatones.