No es complicado definir, lo complicado es saber lo que realmente suponen las calles en las ciudades. Ya desde la Edad Media se empezaron a desarrollar veredas que permitían un paso diferenciado para peatones de distintas clases sociales y carros de transporte pero conforme fueron avanzando os tiempos estas veredas que permitían la comunicación entre núcleos humanos se fueron reduciendo volviéndose las calles y sus cruces cada vez más complicados debido a la aparición de automóviles, tranvías, bicicletas...

En mi opinión las ciudades están hechas para las personas y las calles se han solucionado de una manera muy técnica en los últimos años. Una calle entendida espacialmente como eje de interrelación de varios lugares debe ser un lugar de encuentro entre personas, de descubrimiento de cosas. Al contrario que pasa en las ciudades americanas donde las calles son todas iguales, las ciudades donde nos da la sensación de perdernos por sus callejones nos hacen sentir más humanos, descubridores de experiencias, sensaciones... Preferimos no saber lo que nos vamos a encontrar a pasear por una calle donde nada más empezar ya vemos el final.

Y es que los ejes hacen a la ciudad y las personas queremos vivir en ciudades que tengan un contacto íntimo con las cosas, con los olores, la luz, las sombras, las personas... no queremos una ciudad fría y rápida, una ciudad contaminada por humos de coche ni una ciudad aburrida porque nuestra vida al fin y al cabo será igual que la ciudad donde vivamos... tan importante es la ciudad que nuestra vida se acaba fusionando con ella.