Opino que todo lo que se genera desde el pensamiento para crear arquitectura está basado en la geometría. Incluso lo que no es pensado. La geometría impera en el trazo, se apodera de su expresión para componer una idea.

Rosa Barba muestra desde el pasado la influencia de la geometría para organizar los espacios públicos, urbanos. Ejemplos palpables como en Barcelona, tan cercano, incitan a que los arquitectos asuman el papel de “inventores” geométricos, más allá de condiciones medioambientales y económicas. La ciudad moderna está enferma en su forma, con soluciones independientes, aisladas del conjunto. No hay unidad desde la unidad. Ciudad y espacio agrícola están marcados por la geometría, por los ejes como líneas generadoras de vida, de flujos que mueven con la potencia de su forma. Calles, ensanches, plazas…calles, calles y calles….geometría y más geometría.

El arquitecto resuelve la forma de los sitios con la geometría, los ordena, los jerarquiza; pero también es artífice de quebrar los ejes, de ocasionar problemas de estructura derivados de los problemas de forma.

La ciudad de hoy debe asentarse en la estructura de la geometría como recurso o apoyo para un nuevo pensamiento, entendido como “espacio de relaciones” que no sólo sirva para movernos y que nos reconozca como personas pertenecientes a un lugar; lugar que actualmente es difícil de identificar.

Desde mi punto de vista, no es posible separar forma y estructura. Tanto el pensamiento más abstracto como el más palpable eje urbano físico, están dominados en su ADN por la geometría, y ésta es la base de la forma y de la estructura. Pensar y apoyarse en la visibilidad de ese pensar para vivir la forma del eje y la estructura urbana.

Imagen propia. Raíles de piedra. Campiña cordobesa.