Koolhaas nos expone en este texto la idea del arquitecto en la actualidad, el cual, ajeno a la ciudad y al entorno, proyecta sin pensar en el lugar. Una arquitectura que busca destacar, separarse del resto como un elemento puro y exclusivo ajeno a la mediocridad que le rodea. Sin embargo, la arquitectura va intimamente ligada al urbanismo. Se tenga en cuenta o no a la hora de proyectar el entorno, el edificio indudablemente va a estar relacionado con este y va a producirse una comuniación entre ambos.
De ahí que el "nuevo urbanismo", según lo define Koolhaas, no sea una profesión más de la ciudad que viene implicita en esta. Pasará a ser un nuevo campo de redescubrimiento, experimentación y transformación. No es ya un proceso de expansión de la ciudad como antaño, si no una serie de cambios consecuentes a la arquitectura generada. Pasará de ser una profesión cerrada, restringida a un reducido grupo de personas, casi como un gremio, a ser una forma de pensamiento social generalizado. No tienen porque ser solo los arquitectos aquellos con potestad para generar cambios, la gente de la calle, aquella que habita realmente el urbanismo, ha de ser la que genere espacios y usos nuevos en la ciudad del siglo XXI.