El título, “The Human Scale”, la escala humana, en un principio me daba a entender la relación entre los altos edificios de las grandes ciudades y el 1’80 metros de media de la población mundial. Sin embargo, tras ver el documental me di cuenta de lo ridícula que era esta suposición.

The Human Scale hace un análisis de unas cinco ciudades muy dispares, Nueva York, Christchurch, Daca, Copenhague y Siena. En cada una de ellas vemos cómo se le da importancia al ser humano en las propias ciudades. Desde plazas perfectamente habilitadas para pasar tardes enteras, como la Plaza del Campo de Siena hasta justo lo contrario, ciudades como Nueva York, en las que lugares que podrían dedicarse a encuentros personales, se dedican a la ocupación de los coches.

Se trata un documental que da mucho que pensar, porque nos hace darnos cuenta de que tal vez no hemos esta priorizando los problemas adecuados, como en Daca, donde la construcción de una ciudad “occidental” deja de lado a niños viviendo en la calle en pésimas condiciones.

Así que tal vez, ahora que lo pienso, no me desencaminaba tanto al suponer literalmente lo de la escala humana. En cierto modo el documental muestra lo insignificante que es el ser humano en una gran ciudad, y lo poco que importa. La pregunta que nos hace reflexionar es la siguiente: ¿y si las ciudades volvieran a pensar en las personas que las habitan?