La ciudad cambia, evoluciona con el tiempo, y con esto el urbanismo debe ir adaptándose a estos nuevos elementos que se introducen. Estas transformaciones, cambian la concepción de la ciudad histórica o tradicional, por lo que aparecen nuevas formas urbanas que nos ayudan a adaptarnos a la ciudad moderna.

En la antigüedad, la ciudad surgía de forma azarosa, sin ninguna estudio, por lo que las calles se iban creando conforme surgía la arquitectura, es decir, el urbanismo se consideraba como un elemento secundario que subyacía a la hora de crear arquitectura. Pero cuando comienzan a aparecer los automóviles, la vida en la calle, es aquí cuando entran en juego los ejes, ejes que como dice en el texto dan geometría, ordenan el territorio y dotan a la ciudad de una trama específica de ese plan urbanístico, como es el caso del plan Cerdá en Barcelona.

Un eje como distribuidor, como zona de vida y estancia, que nos conecta y se adapta a lo existente, que facilita la consolidación de la ciudad y ayuda al conocimiento de la ciudad de una forma más fácil, ya que cuando se crea un eje, no solo se puede crearse por una trama perfecta si no que se debe pensar en las comunicaciones, las uniones con otras avenidas o ejes…