Lo más característico de este texto es como a pesar de referirse a una ciudad utópica plantea elementos que conforme avanzamos en la lectura comienzan a ser comparables con la realidad. Así aparecen ciudades adaptadas al terreno y por ello diversas, construcciones variadas e incluso la aparición del buey como elemento de transporte que podemos relacionarlo con el coche o la bici.

También plantea una evolución histórica de la ciudad, ya que hay un trazado inicial que luego se adapta al terreno y nuevamente vuelve a variar al introducir las distintas construcciones. Así cada ciudad tiene su esencia, cuyos habitantes conocen a la perfección. Gracias a este conocimiento del lugar los habitantes pueden acceder al lugar sin problema, esquivando las dificultades. Este conocimiento lo podemos relacionar con el que debe tener el arquitecto para intervenir en la ciudad, para devolver su esencia al pueblo y para solucionar los problemas, para crear espacios en los que los habitantes se sientan identificados y mantener la continuidad en el crecimiento de la ciudad. La ciudad sufre el paso del tiempo, y la arquitectura también, nuestra cultura es una cultura de continuidad, es decir la ciudad se plantea en una época determinada, con el paso del tiempo la arquitectura evoluciona, por tanto se pueden leer elementos de diferentes momentos históricos, y en cada momento se interviene de una manera de acuerdo al contexto, por eso la ciudad tiene diferentes imágenes y muestra esa continuidad. Este planteamiento de continuidad es muy común en la cultura occidental, es con el urbanismo del movimiento moderno cuando se intenta romper con la continuidad de otros países orientales e implantar el urbanismo occidental, se pretende una repetición y se llegan a plantear modelos aceptables para todas las ciudades sin atender a las propias cualidades que hacen peculiar un lugar.