Hoy en día, como dice Koolhas, el urbanismo se ha convertido en una especie de ciencia incierta, muy difusa y complicada de entender.  A lo largo de los años profesionales han intentado explicar las ciudades y definirlas dando la tarea por fracasada en todos los casos. Es especialmente complicado si pensamos que las ciudades no son algo fijo que se mantiene igual a lo largo del tiempo sino que están en continuo cambio al igual que las personas que viven en ellas.

En la actualidad es el proceso de tecnificación  el que nos lo hace aún más complicado ya que es un proceso que aun intentamos comprender y que avanza demasiado rápido, por eso mientras nos adaptamos a él hay que intentar comprenderlo para así entender mejor a la ciudad moderna.

También algo que se está haciendo mal es el hecho de considerar la arquitectura como algo a parte de la ciudad. Esto hace que las urbes se conviertan en elementos comunicados entre si pero independientes que no favorecen la unidad de la ciudad como espacio común de las personas, es decir, se rompen con estas arquitecturas muchas de las relaciones humanas que dan vida a la ciudad.

Conceptos como la modulación o la repetición que tanto nos tranquilizan no hacen más que convertir nuestras   ciudades en lugares rígidos, aburridos y homogéneos cuando lo que realmente es una ciudad es una fusión de espacios, de gentes, de actividades... Por lo tanto no debemos tratarla como si fuera una máquina.

El urbanismo por tanto es como una especie de juego donde obtiene ventaja aquel que sabe observar y aprovechar ante todo lo que ya hay exprimiendo el jugo a las situaciones y elementos  que permiten optimizar el uso de las ciudades a las personas. Pero especialmente debemos de huir de esa permanencia que queremos que todo tenga porque la ciudad si bien podemos tener algo seguro sobre ella es que es una unidad en continuo cambio.

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