Los ejes son el alimento de la ciudad, los encargados de unificarla y unirla creando  el tejido de la ciudad, la trama. Se crean para facilitar el movimiento, unen y separan. La autora llama a los ejes, troncos, algo rígido y recto, sin bifurcaciones que te aleja del entorno, solo te lleva en la dirección del eje. Es cierto que facilita de movimiento rápido y cómodo pero en parte te aleja de lo que es la ciudad por que la ciudad es mas que ejes. 

Si seguimos comparando los ejes como troncos la ciudad entera seria un árbol, y la verdadera ciudad de compone tanto del tronco como de todas las pequeñas ramas y hojas, de todas las calles y espacios que pertenecen a ella. Los ejes son para la vida deprisa, el trabajo y las demás calles para la vida social. El tronco de un árbol pertenece quieto en un sitio del bosque sin involucrarse en el entorno, pero las ramas crecen, se desplazan y abarcan mucho más entorno de alrededor que el tronco pero los dos son necesarios. Las ramas no son nada sin el tronco y el tronco no es nada sin las ramas.   

Aunque estos ejes sean muy fácil de encontrar en una ciudad gracias a un mapa no llegan a ser los verdaderos e únicos ejes, puesto que cada persona crea sus propios ejes. Si los ejes son los que te ayudan al movimiento y cada persona realiza trayectos diferentes es normal que los ejes cambien en varias partes de la ciudad. 

Ya hemos dicho que los ejes producen la trama de la ciudad, una geometría muy marcada. Algunos planes urbanísticos caracterizados por estos ejes que geometrizan la ciudad son el plan Cerdá de Barcelona con calles perpendiculares que producen manzanas cuadradas y diagonales que las atraviesan sin perder la trama, o las también calles perpendiculares de Nueva York.