A veces se trata al espacio público como concepto de relleno del espacio que hay entre arquitecturas, sin darle contenido ni valor. Se convierten en proyectos carentes de sentido ni de finalidad, vacíos, repetitivos e inservibles para el ciudadano que es el que debería aprovecharse de ellos y no encuentra ningún aliciente para hacerlo ni ninguna utilidad.

El espacio público es un concepto muy extenso puesto que entendemos por ello todos aquellos espacios que sean de uso público como calles, mercados, plazas, monumentos… Lo importante es entenderlo como una estructura conjunta de todas esas calles, plazas….todo lo que sea capaz de albergar vida en común de los ciudadanos.
Debemos darle más importancia a todos estos espacios comunes que conectan, relacionan, unen objetos aislados, que a dichas funciones particulares.

A veces nos confunde y nos descontrola la idea de estudiar algo que es difícil delimitar donde empieza y donde acaba, nos resulta más cómodo mirar lugares precisos y delimitados, parcelas urbanas autónomas, pero el espacio público no se puede entender limitado. Un buen espacio público no tiene límites aparentes, los tiene diluidos, oscilantes incluso en el tiempo, cambiantes incluso en las diferentes horas del día. Es con la complejidad con la que tenemos que trabajar en la actualidad.
Y éste espacio público se nos presenta y se nos hace real a través de la materialidad. Es muy importante qué pisamos, qué tocamos, el tacto, junto con la vista, es la manera más directa de vivir los espacios y por tanto la materialidad debe ser muy cuidada y estudiada.