Las ciudades son como un ser humano, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Las ciudades están perdiendo su alma, muriéndose. Se alejan de su componente de vida que son las personas. Las ciudades del futuro no encajan con la vida humana ya no son intimas. 

Con el tiempo hemos pasado de vivir unidos a separarnos del recto del mundo, a ser independientes, pero esto no es vida. Y es también problemas de las grandes ciudades en las que ha a aumentando los transportes y han separado las funciones. Ahora pasas media vida en el coche, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Si vivimos en el centro tendremos que salir a trabajar y si vivimos a las afueras tenemos que entrar en el centro de la ciudad. Esto hace que perdamos mucho tiempo, tiempo que perdemos de socializarnos. Llegamos cansados del trabajo y el viaje hacia el que cuando podemos descansar nos encerramos, no llegamos ni a conocer a nuestro vecinos.  

La perdida de tiempo a trabajo me recuerda a la aplicaciones para compartir coche, no solo son un ahorro si no que es una forma de conocer gente cada día a partir de acciones cotidianas. Yo misma he conocido mucha gente en estos viajes, gente que no habría conocido si hubiese cogido mi coche sola o el simple autobús. Y ahí vemos la comparativa de las pequeñas ciudades y las grandes ciudades, entre un coche y un autobús. Yo soy de un pueblo  muy pequeño y casi sin querer te socializas con todo el mundo, aunque las situaciones y gustos sean diferentes. En cambio una gran ciudad es como un autobús solo llegas a conocer a los que tengas más cerca. 

Me gusta mucho los análisis y experimentos que hacen en Nueva York. En que estamos tan centrados en el coche que olvidamos que la mayoría van a pie o con transportes públicos, y que no paran de impedir esto. Creando más carreteras aparecen más coches y cuanto más espacio público más vida publica.  Ya nos vamos cuenta de que el hombre era el que importaba y cada vez más será así.