“La ciudad es una máquina cada vez más rica y diversa”

El urbanista pone su atención a la fuerza de la materia y a su valor como algo tangible, la arquitectura tiene siempre que provocar en las personas experiencias, como que es arquitectura física, arquitectura construida que nos aporta algo más que su presencia física. Por lo tanto, pienso que es fundamental el aspecto material: lo que podemos percibir con los cinco sentidos. De Solá busca ese equilibrio y no da los cánones pero sí que hace unas reflexiones muy interesantes…

“Y sin voluntad no hay deseo, y sin deseo no hay calidad”

La idea de la creación de arquitectura monumental sin un objetivo mayor que el de satisfacer los gustos de los ciudadanos o por ganar votos, de esta forma el trabajo de esa colegiación que va desde el político hasta el pueblo para crear ciudad, se rompe con un arquitecto que sencillamente quiere aprovechar la coyuntura y hacer su marca, sin importarle el entorno.

La visión de la nueva ciudad, como ciudades que son útiles y multiculturales, que en unas primeras impresiones podemos decir que no son bellas al ojo Entender la ciudad como un lugar de tránsito de culturas, como un motor que necesita de ese movimiento de personas, es una forma muy interesante de entender la arquitectura como un asentamiento de personas sobre un lugar y no el asentamiento de una edificación sobre un solar. 

Al fin y al cabo, a mí también me interesa la piel de las ciudades: el que un proyecto de arquitectura, o un proyecto para un espacio público pueda transmitir ciertas sensaciones y que esas sensaciones sean tangibles, y si de apariencia algo no nos gusta difícilmente vamos a interesarnos por lo que hay más allá.