Desde el comienzo del texto el autor diferencia entre ciudades naturales y artificiales, cuya organización se basa en un semirretículo y un árbol respectivamente. Debemos de recuperar el carácter que hace especiales a las ciudades naturales y que el urbanismo actual no ha logrado encontrar en las ciudades artificiales. La estructura social y urbana no puede encajar en un sistema en forma de árbol. En un ejemplo de ciudad árbol que propone Ruth Glass presenta en un lugar central de los barrios de la ciudad, espacios en donde adultos, adolescentes y niños pueden reunirse organizarse y divertirse, su principal problema viene a la hora de interrelacionar esos lugares entre los 29 barrios que plantea, ya que es imposible ligar unos a otros.

En una ciudad natural el juego se produce en centenares de lugares distintos, llena los vacíos, interaccionando con distintos lugares. Cuando en una ciudad natural aparecen zonas en las que se han renovado a esquemas en forma de árbol, se llega a una disociación de las personas.

Este urbanismo de nuevas estructuras y edificaciones me hace plantearme el hecho de que ciudades como Roma, con calles sinuosas y estrechas, en las que las iglesias no se sitúan como centro de grandes plazas, la suma mayoría se insertan en el catastro dejándose descubrir y llenando de vida zonas particulares de la ciudad. Esto funcionó y sigue funcionando ha día de hoy sirviéndonos de ejemplo esta misma ciudad, siendo un hito de turismo a nivel europeo y mundial.