La creación de la forma de las ciudades ha venido condicionada por sus grandes ejes. Estos ejes nos recogerán grandes columnas vertebrales que nos definirán amplios espacios en los que recogeremos arquitecturas singulares y grandes carriles para los automóviles y transportes. De ellas nacerán otras calles, que serán unos ejes secundarios y nos conectarán los diferentes barrios y zonas, alcanzando en muchas situaciones simetrías complicadas, quiebros y complicadas tramas que definirán la personalidad de nuestras ciudades.

Estos ejes serán de gran relevancia ya que condicionarán el urbanismo de nuestras ciudades, trabajarán como elemento comunicador, racionalizando espacios y urbanizando en torno a ellos.  

A lo largo del tiempo estas columnas vertebrales han ido modificándose, siendo así los grandes culpables de definir estas tramas existentes en nuestras ciudades. Además a lo largo de ellas se producirá la creación grandes ensanches que caracterizarán el gran crecimiento de los núcleos urbanos.

Quizá el gran fallo sea restringir únicamente estas geometrías a la creación de un transporte más óptimo, olvidando un poco las características físicas de nuestras ciudades, como ríos, topografía, depresiones, etc., haciendo así que todo esto pierda gran importancia en nuestro urbanismo.