La explotación del recurso del orden, nos puede llevar al error.

Al intervenir en “el sitio” debemos intentar abarcar todas sus posibilidades, no únicamente todos las fronteras físicas que encontremos, sino tener en cuenta, y conocer, también sus condiciones socioculturales o históricas. Esto nos condicionará como se desarrollará la vida en ese lugar, como podremos intervenir de diferentes maneras para condicionar de nuevo ese espacio. La calidad de nuestras modificaciones dependerá de nuestro grado de implicación, de conocimiento y de empatía con sus condiciones. Cuanto más nuestro sea, quizás, mejor nos saldrá.

De esta manera nos convertiremos en el habitante que hace su hábitat, al que dará personalidad con cada movimiento y decisión, intentando romper las monotonías ya existentes que hacen del sitio únicamente uno más. Además opino que no únicamente tendremos que vincularnos a lo conocido sino que tendremos la obligación de ser unos “buenos previsores” de lo que está por venir, de manera que lo que creemos hoy siga siendo útil mañana.
 

Como conclusión creo, que el equilibrio entre el pasado conocido (¿cómo hemos llegado hasta aquí?), con el presente, (juez crítico de las carencias existentes) y el futuro (promesas y realidades próximas) será lo que nos brinde la oportunidad de crear verdadero arte al planificar cualquier sitio.