¿Por qué los lugares bellos parecen haber surgido de forma espontánea y  las zonas recientemente planificadas nos resultan feas e incómodas?

¿En qué grado y medida deben estar estos lugares planificados?

Dice Lynch que el hombre y el ambiente funcionan conjuntamente, si esto es así se debe poner esmero en crear ambientes adecuados para garantizar una buena calidad de vida. Elegir bien el emplazamiento, estudiarlo, es primordial, ya que este “va a limitar lo que la gente puede hacer allí y, al mismo tiempo, puede abrirles nuevas oportunidades”. Emplazar, sin embargo no es una tarea fácil, ya que un mínimo cambio en el ambiente puede tener amplias repercusiones.

Por ello se debe empezar por planificar bien el sitio, conocer a los usuarios y sus objetivos y entender el lugar pre-existente. De esta manera se podrán unos objetivos muy concretos, de manera que cuando estos sean logrados se habrán satisfecho todos sus propósitos importantes.

“Cualquier plan de emplazamiento conlleva consigo un aprendizaje” es necesario conocer el lugar, la cultura, la sociedad, etc, para poder trabajar de manera adecuada en un lugar. No solo basta con conocer el pasado, también hay que adelantarse al futuro y preguntarse como cambiará el lugar en el tiempo y si nuestro proyecto seguirá estando en armonía con él.

Por ello, planificar el sitio es una de los primeros pasos que realizamos al proyectar, informarnos del lugar para poder crear “lugares bellos” que enriquezcan la ciudad y la sociedad y no las “zonas fea e incomodas” que encontramos en muchas ciudades.

Fuente de la imagen de portada: plataformaurbana.cl