El texto básicamente pone de manifiesto que el urbanismo como tal ha desaparecido. Sí, ha desaparecido en un momento tan crucial como es el actual, en el cual la población prácticamente a nivel global crece exponencialmente. Quizá la validez del movimiento moderno se ha haya agotado en este sentido para el tiempo contemporáneo, y este intento de modernización no sea más que algo que ya queda obsoleto para los nuevos esquemas o quizá el concepto de ciudad como tal ya no existe, la demografía ha escapado a reglas matemáticas y se han agotado los modelos urbanos a adoptar. Pero este agotamiento no ha conducido a una alternativa convincente.

En mayo del 68 se proponen nuevas concepciones que acaban saboteando el urbanismo nuevamente. Se han ensuciado, por llamarlo de alguna forma, los propósitos del urbanismo.

Culpa a la creación sólo de arquitectura como la responsable de la muerte del urbanismo; como si se crearan piezas pero no se tuviese en cuenta el conjunto. Por ello ha de definirse un urbanismo nuevo. No cerrado. Que permita la incorporación en cualquier momento, que no separe, que promueva la diversificación, que reinvente el espacio a fin de cuentas.

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