Trazar el territorio. J.L. Gómez Ordoñez.

Trazar caminos: crea y relaciona lugares. Una calle que una dos zonas amplias no es solo la unión entre estos lugares, sino que es un lugar en sí mismo, donde ocurren cosas. En la ciudad se generan hitos y referencias para orientarse, estos hitos también generan nuevos lugares, pueden  ser de confluencia o bifurcación, un ejemplo cercano podría ser la plaza de Isabel la católica, al final de la Gran Vía, un lugar de confluencia entre dos grandes calles, Gran Vía y Reyes Católicos, además de bifurcación estratégica entre el centro de la ciudad y los barrios del Realejo y San Matías.

Trazar como trenzar: confluencia y fricción. Se ha intentado luchar contra la confusión de estos espacios complejos mediante una simplificación que ha destruido su potencial mediante la segregación. Se ha esterilizado la fertilidad del camino separando esta complejidad de confluencias y fricciones en un mismo espacio.

Trazar como trocear: parcelar y delimitar pertenecen a la traza, y de esta idea surge algo esencial, que lo pequeño es subdivisión y repetición de lo grande. Cuando no es así, lo pequeño y lo grande tienen diferentes jerarquías, prototipos y espacios que se entrelazan.

Trazar como medir: esta superposición de escalas produce ritmos y jerarquías, y la confluencia de flujos de diferentes velocidades y naturalezas. Las intersecciones entre jerarquías y tamaños generan esa complejidad.

Geometría de trazados: la línea asenta ciudades y cuadricula el suelo. El corredor como proyecto de ciudad no es un asunto de servidumbre o normativa sino un ejercicio de proyecto unitario.

Síntesis: entender secciones longitudinales y transversales, lugares que enlazan e itinerarios transversales y paralelos. Entender el conjunto y el detalle.  Una moderada tarea en una titánica lucha colectiva.