Este texto me ha ayudado a conocer realmente lo que significa el espacio público y a reflexionar sobre la concepción que tenemos hoy en día de él y la forma en la que creemos llevarlo a cabo.

El problema de que esté desapareciendo lo que realmente es el espacio público es, a mi parecer, la búsqueda de los proyectistas (y gobernantes que ordenan la actuación) de reconocimiento hacia su persona, que su nombre se haga notar en los espacios (y edificios) que llevan a cabo. De ahí que el resultado sea la creación de lugares carentes de sentido que resultan, muchos de ellos, meras esculturas instaladas en la ciudad a cota cero.

Hoy hemos entrado en un bucle en el que la mayoría de los ciudadanos aceptan este tipo de “urbanismo” porque piensan que “da un carácter diferente” a la ciudad. Esta búsqueda por lo “diferente”, lo “único” es la que nos está llevando al caos. Está bien buscar el progreso pero ¿qué significa realmente ser “original”? ¿Es crear elementos que carecen de sentido y contaminan en cierta medida el espacio público? Definitivamente no.

Quizá deberíamos dejar de buscar el reconocimiento de la sociedad y aprender más de la historia. Época en la que los arquitectos, ingenieros… ni si quiera ponían su nombre en los proyectos, esto radicaba, en mi opinión, en poner su atención a crear verdaderos espacios públicos atendiendo a los detalles, lugares anclados a la razón de ser y estructura de la ciudad, favoreciendo sobre todo las diversas relaciones entre los habitantes y actividades públicas.

De esto se trata la urbanidad, el verdadero espacio público, de aunar espíritu de la ciudad y espacio para el encuentro de las personas.