El texto del profesor J.L. Gómez Ordoñez habla de las distintas acciones llevadas a cabo a la hora de urbanizar: colocar hitos, crear retículas… Todo ello es lo que, finalmente, caracteriza y da forma a una ciudad, que debe entenderse y relacionarse tanto en su conjunto como en el detalle.

Estoy de acuerdo cuando habla de la importancia de los hitos en la ciudad como elementos que, en su unión, crean caminos. No han de tratarse de simples elementos, sino de lugares reconocidos por los habitantes y visitantes, lugares con carácter propio. Gracias a ellos somos capaces de orientarnos en la ciudad. Además, el trazado no es sólo que exista una relación entre éstos, sino también de que tengan, ellos y los caminos que los conectan, “consistencia” propia.

Del trazado, tal y como dice, han de surgir lugares de encuentro y acumulación de relaciones, lugares que creen densidad y, sobre todo, diversidad.

Todo esto sto invita a pensar en la forma de trazar en la actualidad. En la sociedad contemporánea las ciudades son trazadas y trenzadas en base a la movilidad de los coches y no tanto al bienestar, necesidades y seguridad de las personas. Es por ello que, cada vez más, las ciudades poseen menos urbanidad. Es decir, tienen menor posibilidad de encuentro de personas. Este factor nos conduce a las grandes esferas, ¿realmente se interesan por el ciudadano?, ¿o única y exclusivamente por su propio beneficio económico? Es obvio que la respuesta es la segunda, vemos como hoy en día las personas encargadas del supuesto bien estar de la ciudad buscan su satisfacción personal y no una mejora en las relaciones de los habitantes en y con la ciudad.