Los trazados son como hilos, que se tejen formando un tapiz. Unen y dividen. Crean sendas, son el enlace entre los lugares; y  a la vez parcelan, segregan, producen fractales.

El trazado es, como dice el autor, un ejercicio de síntesis, donde aparecen dobles visiones (conjunto y detalle, temporal y espacial).

Eso me lleva a pensar en la dualidad que presenta el trazado.

¿Es un barrio como el Albayzín, con un trazado complejo, un conjunto dividido, segmentado? Tal vez, si lo miramos desde otra perspectiva, sea un conjunto unitario, donde las intrincadas calles que producen tantas divisiones son las que producen la cohesión de las partes. Como si el trazado actuara con las manzanas de igual modo que un aglomerante. Un trazado que crea un espacio que perdura en el tiempo, que se diseña en detalle (en la casita que uno coloca siguiendo la topografía, en la esquina que produce el encuentro de dos calles...) y que sin embargo solo se entiende como conjunto.