Podemos empezar comentando una serie de enunciados que a todo el mundo a simple vista parecerían evidentes. Somos las personas las que creamos las ciudades. Las ciudades se crean para que vivan personas. Por consiguiente dichas ciudades deberían crearse a la escala de esas personas. ¿Por qué si esto es tan evidente, si todo el mundo estaría de acuerdo con estas ideas, la mayoría de las ciudades son para los coches y para la velocidad?

El diseño de grandes ciudades implica la necesidad de usar un transporte para desplazarnos, ir corriendo de un lado para otro, sin tiempo para mirar lo que sucede a nuestro alrededor, ni si quiera pararnos a saludar a la gente… En el icónico Broadway la vida va a una velocidad tan poco humana que nadie se para a plantearse porque no hay ni un banco para poder disfrutar de ese lugar. Además sucede entonces una cosa: los humanos hacemos que las ciudades sean así pero a su vez las ciudades nos condicionan, modelan y nos van transformando. No en vano cada vez tendemos más a ser individualistas, con menos consciencia de comunidad. Vivimos ahora en lo que se llama una sociedad líquida.

Sin embargo, y así lo muestra el video, da igual el lugar del mundo del que hablemos porque no es este tipo de vida la que da la felicidad a las personas. Analizando y comprendiendo las actitudes y aspiraciones de la gente concluimos siempre que los humanos somos seres sociales y por consiguiente las ciudades hechas para las personas deberían ser lugares que favorecieran la vida pública.

Poco a poco empezamos a ser conscientes de este problema y se empeizan a buscar soluciones urbanísticas. En Melbourne por ejemplo han llevado a cabo un plan para revitalizar los callejones teniendo en cuenta la escala humana. Aprendemos que es cuestión de que cada ciudad se analice y encuentre esos lugares que pueden tener un gran potencial como lugares públicos cercanos a la gente.