Al ver el vídeo de ``Calles compartidas´´, me llama la atención una pregunta que lanza el conferenciante, Eduardo Barrera: ¿cómo introducir la necesidad del tránsito motorizado en nuestras ciudades, sin destruirlas? Al escuchar esto, subconscientemente me pregunto a mi mismo, si no sería más correcta formularla de esta otra manera: ¿cómo introducir espacios públicos para las personas sin destruir o limitar en exceso los espacios de tránsito motorizado?

Entonces pienso que, si me he planteado esta otra pregunta, es porque tenemos como punto de partida que vivimos en un momento en el que predomina la presencia en la ciudad de espacios para vehículos motorizados, y son mínimos, en proporción, los disponibles para que las personas hagan vida en la calle. Es por ello que vería más lógico plantear la inclusión de espacios peatonales en detrimento de la presencia de vehículos en ciertos puntos de la ciudad.

En el vídeo ``La escala humana´´ se exponen diversos ejemplos de cómo la restricción del tráfico en ciertos puntos de algunas ciudades, genera espacios llenos de vida en las calles por parte de las personas, como puede ser el ejemplo del centro de Copenhague o los breves experimentos en Nueva York, que lleva a una gran masa de gente viviendo el espacio público.

No se trata, porque la forma de vida en la actualidad lo demanda, de acabar con la totalidad de los espacios destinados a tráfico rodado, si bien, como se dice en el vídeo ``cuántas más carreteras construyas, más tráfico habrá´´, luego cuanto más espacio público haya, más personas vivirán estos espacios. Es una cuestión de encontrar un equilibrio para la convivencia de vehículo y viandante, como se pretende es estos superblocs de Barcelona, limitando el tráfico rodado al perímetro de las manzanas y generando zonas peatonales de diversos usos en el centro de intersección de éstas. En lugar de buscar espacios vacíos para generar lugares públicos para las personas (como se hace en lugares periféricos, llevando en muchas ocasiones a un aislamiento absoluto), tomar parte del espacio destinado a vehículos y tornarlo peatonal. Es después de analizar todo esto cuando se da uno cuenta de que efectivamente, la pregunta a hacerse era en realidad la que proponía Eduardo Barrera.