Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles. Se habla hoy con la misma insistencia tanto de la destrucción del entorno natural como de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis enteras. La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza. Se trata de un trozo del libro de Italo Calvino,  escritor e intelectual fantástico y cosmicómico, como lo describe ´El diario´. Las ciudades han perdido su encanto, su carácter. Una ciudad tiene que ser transparente y dejar que se vean sus cualidades. Moscú es una ciudad fría, no tanto por sus condiciones climáticas, sino por la manera en que se ha desarrollado. Los ciudadanos tienen acceso a parques, avenidas grandes, espacios generosos y otras infraestructuras como puede ser el metro con su carácter teatral. Pero aun así, no se ofrecen espacios que puedan fomentar el contacto humano y las relaciones entre los habitantes. Nosotros hemos querido dar otra perspectiva de Moscú, donde en caso de duplicarse la población los ciudadanos puedan traspasar los límites de la ciudad, entrar en otro nivel superior, dejar su vida atrás, y ver las cosas desde otra perspectiva.  Se superpone una lámina de agua donde se deja que la luz pase, pero se permite que mediante ascensores, dentro de los rascacielos que sobresalen de la superficie del agua, se suba y se habiten edificios flotantes. Invitamos a que dejen de vivir en el fondo, que busquen la superficie, que persigan la luz natural y que no se conformen con los rayos de luz que entran por la lámina. Creamos una nueva forma de vivir donde el mundo material se deshace, las normas se alteran, donde los cánones sociales cambian y donde se explora una nueva perspectiva.