Podemos observar la tensión entre dos posturas: “formalismo” del trazado y el “informalismo” de un urbanismo que se apoya en un lugar, adaptándose a este y analizando el entorno.

Por lo que las preferencias están por un urbanismo que obtiene la belleza de poner un orden sobre el sitio, la arquitectura además de diferenciar partes en ese orden, les atribuye jerarquía y carácter. Su papel se basó en diseñar y dar forma ordenada al crecimiento espontáneo de las ciudades, a los barros de vivienda, aportando reglas formales a espacios tradicionales para dar variedad, jerarquía y relación.

Su urbanismo se define a partir de una temática y una discusión, la del barrio de extensión suburbana ascendiendo a un entendimiento global de la ciudad. La ciudad es una síntesis de la belleza formal y la informal.

El análisis que hace, podemos ver como en muchas ciudades que se ampliaron sin un diseño para el crecimiento, carecen de belleza y solo cumplen su función de alojar a gente, no que en ella resida personas y que ellas puedan desarrollar plenamente su condición humana. Por lo que debemos de buscar la belleza que permite dar un orden y que nos ayude a vivir mejor.