El hecho de acogerse a unas pautas, normas o leyes, implica que existan unos puntos en común entre los elementos sobre los que se actúe. Cuantas más restricciones existan mayor será el parecido entre éstos; quizá en este sentido lleguemos a una limitación de la generación de elementos o, ya sí concretando en el tema que se atiende, ciudades que acabarán por ser todas iguales en cierto sentido.

Se implantan arquitecturas “universales” sin tener en cuenta el emplazamiento en el que se disponen, como si de una cadena de fabricación se tratase, para después llevar estos edificios fabricados por todo el mundo. Analizar la ciudad y sus intervenciones desde la conexión, relación y trascendencia del entorno de sus calles con sus edificios es vital para que se generen unos ambientes positivos en éstas.

Así, dependerá de cada ciudad, de cada lugar, de cada entorno, incluso de cada pequeña zona característica de una misma ciudad, que haya que intervenir de esta u otra forma, alejándose de unas restricciones excesivamente estrictas que nos acaben por obligar a realizar siempre lo mismo. Al final prevalecen los intereses de unos pocos que tienen el control y la toma de decisión de estos asuntos sobre el bienestar del ciudadano y de la propia ciudad en si misma, de su alma caracterizadora que la hace ser especial, que no la convierte en una ciudad más..