No es casual que Koolhaas titule su artículo: 'Urbanism can I... become a Gay Science', haciendo un guiño a 'La gaya ciencia', una de las obras capitales del filósofo F. Nietzsche. En ella se cuestiona el orden ideal impuesto por el cristianismo y se anuncia la muerte de Dios, la muerte de ese orden tan alejado de la realidad. Estableciendo el paralelismo, Koolhaas esboza un futuro en el que la concepción actual del urbanismo debe morir y ser reemplazada por una nueva manera de pensar y actuar, un urbanismo que colabore con la ciudad, que no le imponga límites ni la prediga, que la guíe sin hacerla.

¿Fue el Movimiento Moderno un fracaso a nivel urbanístico mediante su intento globalizador de abstracción y la creación de una arquitectura pretendida 'universal'? En opinión de Koolhaas, efectivamente, aún no somos capaces de perdonar sus errores y vivimos anclados en una utopía de futuro con una concepción anacrónica e inútil. Sin embargo, considero que fue un intento muy valioso que permite delucidar las claves para el futuro, para cambiar la concepción de ciudad y de urbanismo de manera radical. Koolhaas no se equivoca en absoluto en asegurar que la incertidumbre debe ser fundamental en esa nueva concepción; es necesario aprender de ciudades actuales con una componente inmaterial de un valor inmenso, comprender su forma de organización, crecimiento y expansión casi 'caótica' que obedece a un orden interno con total imbricación en su territorio y cultura. Adaptarnos a la vida urbana y sus necesidades impulsándola según sus demandas e intentando reconducir sus problemas, pero no queriendo imponer una utopía de orden y sueños rotos que fracasaron en el pasado y seguirán fracasando en el presente.

Recuperemos la esencia del arquitecto urbanista, aquél que no concibe la arquitectura individual sin pensar en la globalidad, aquél que antepone la colectividad de un pueblo y sus problemas a su individualidad y deseo de reconocimiento.