Me interesa la forma de ver la ciudad de Manuel de Solà. Él acepta que el crecimiento vertiginoso de la ciudad y los intereses económicos y políticos relegan al urbanismo a un papel secundario. Es el caso de muchos arquitectos actuales que deciden colocar su "pieza" u "obra" en la ciudad; sin atender a esta ni a su contexto, intentando defenderse de ella. Sin embargo, hay muchas posibilidades de hacer buena arquitectura, entregándose, integrándose y mejorando la ciudad y el espacio urbano. Se trata de arquitecturas que hablen y que dialoguen con lo ya construido, que se relacionen con su entorno y su contexto, no solo en un ámbito formal, sino también en cuanto a su uso, su función en la ciudad, y sobre todo, su relación con el ciudadano.

Por ello es que afirma que aparte de la belleza de las ciudades históricas, las ciudades actuales son hoy más interesantes. Comparto esta idea, creo que la riqueza de una ciudad reside en su diversidad. En su diversidad en todos los aspectos. Cultural, económico, social, arquitectónico, temporal, etc. En las ciudades con estas características existe una vida, una riqueza y una belleza interna que se basa en su heterogeneidad, siempre que todos los elementos dialoguen entre sí y exista una coherencia entre ellos. Elementos y actividades muy diversas y diferentes, pero que se interrelacionan e interactúan entre ellas, formando un conjunto, una ciudad.