C. Alexander hace una distinción entre dos tipos de sistemas organizativos, por una parte distingue las ciudades naturales y las artificiales, las que surgen de manera natural y espontánea y las que son producto de un estudio exhaustivo de diseñadores, respectivamente. El complejo del funcionamiento de las ciudades resulta complicado de entender y para ello se le asemejan conceptos como el que trata el autor.

“La ciudad no es un árbol” según C. Alexander. Las ciudades artificiales se caracterizan especialmente por la ausencia de esencia de la propia metrópoli. Ciudades que están excesivamente planificadas conformando ramas que diferencian unidades, pero las cuales no se llegan a auto relacionarse. La palabra que mejor las define es: rigidez.  Ejemplos de ciudades árbol: Lecittown, Chandigarh y las New Town inglesas.

Por el contrario, las ciudades naturales se definen como un semirretículo. Es un modelo que da lugar a una ciudad que ha evolucionado espontáneamente como son  Siena, Liverpool, Kioto y Manhattan. El concepto es claro: Dos conjuntos que pertenecen a una colección se superponen y a su vez los elementos comunes también pertenecen a la colección. El fin es que todos los conjuntos se interrelacionen entre sí, sin aislarlos  (concepto necesario a abordar en la ciudad) y aspecto que las ciudades antiguas, fruto de la espontaneidad, se han conformado de esa manera.

No solo se trata de abordar el urbanismo como una superposición sin criterio, sino con coherencia dinámica del sistema. El problema sigue siendo el mismo en todos los aspectos del urbanismo. Se entiende como organización exacta, un orden exageradado que al final no crea lazos entre los distintos ámbitos y espacios.