El arquitecto como tal lleva intrínseco en su profesión la obligación moral de planificar y/o ordenar el lugar.

Kevin Lynch argumenta en su texto que esto nos lleva a la pregunta de porque las ciudades antiguas, que en un principio parecen que no fueron nada planificadas, nos parecen bellas y las ciudades nuevas, con grupos masivos de arquitectos, ingenieros, urbanistas, alcaldes.., nos parecen ciudades sin alma.

En mi opinión el arquitecto nunca dejara el orden y arte de planificar de lado, sino que el problema de las ciudades modernas y de la arquitectura del movimiento moderno fue el no observar el lugar preexistente y realizar su proyecto a espaldas del lugar. Esto conlleva que tu edificio o ciudad no esté en relación con el entorno, lo que lo convierte en un lugar sin alma y que podría estar en el centro de Paris como en la Toscana en Italia.

En conclusión el texto de Kevin Lynch nos recuerda que para construir un edificio o ciudad nunca hay que olvidar el lugar y tomarlo con base muy importante de dicho proyecto.