Del texto extraeríamos el concepto de emplazamiento como “el arte de organizar el entorno como soporte del comportamiento humano”.  El ambiente y el ser humano se conectan, funcionan conjuntamente. Es el lugar quien dictará ciertas características o elementos (soleamiento, horas de insolación, clima, topografía con su respectiva latitud, cercanía al mar,…) que repercutirán directamente en el usuario.

Dos reflexiones clave que tomaría del texto serían; en primer lugar, que para emplazar se debería seguir un proceso reiterativo (no lineal).  Donde se comprueba la valía del planteamiento. Es decir: primero es preciso fijar unos propósitos conociendo a las personas para las que se va a crear el sitio y atendiendo a las limitaciones del terreno - este no puede ser analizado si no existieran estos propósitos iniciales, que variarán o se adaptarán de la mejor manera posible para dar respuesta a este- ; La segunda es tener siempre presente que la auténtica cuestión no es plantear si los sitios deben ser o no planificados, sino en qué grado y medida deben serlo. Esto haría de nuevo referencia a lo dicho anteriormente, puesto que no hay planteamiento posible sin escuchar y adelantarse así al ciudadano y hacer una revisión pasando por las características que marca el emplazamiento.

En teoría, todo  lo anterior queda asumido. En la realidad damos, en muchos casos, como conjuntos residenciales, bloques de apartamentos, o viviendas unifamiliares incluso proyectadas omitiendo una ubicación y sin ser revisado el modelo, pasar éste a colocarse donde se pueda, como artilugio que se posa indiferente sobre un terreno. Debemos ser conscientes de ello para ser sensibles a la naturaleza, la tierra, la orientación dadas por el emplazamiento para ser capaces de acomodar en él la variedad del comportamiento humano.