Podríamos entender esta última lectura como el broche final de las anteriores, pues toma iniciativas de estas. Y es que, después de una historia de urbanismo con muchos fallos e irracionalidades detectables, hoy día, grupos organizados -del sector urbano, político, periodístico,económico, social,...- trabajan arduamente por conseguir realmente hacer algo diferente, mucho más justo, mucho más “urbanismo”.

Teniendo en cuenta el lugar, el emplazamiento, lo preexisteente,…pero también tomando en cuenta problemas actuales, el estudio a diferentes escalas,… Llegado a este punto histórico de desatinos, la única vía que podíamos plantear es la que marca el texto: un método de trabajo conjunto de personas con ideas plurales  puestas en común por la causa urbana, que trabajan a través de un método reflexivo, consciente, sujeto al análisis permanente; donde no se dé nada por hecho o logrado. Donde cada intervención se trate con respeto, cuidado y cariño. Que llame a la participación a ciudadanxs, vecinxs, comerciantes,… y toda aquella persona que quiera participar se sienta acogido, en un ambiente donde realmente interesa su opinión, sus ideas de futuro,… Un urbanismo que sea consciente de la diversidad, del cambio, que sea flexible y no de mente cuadriculada (“hola, siglo xxi, hemos superado que -¡oh, sorpresa!- el único ciudadano no es el hombre cis blanco, de mediana edad, sin problemas económicos, trabajador de clase media-alta, sano, sin problemas físicos de movilidad,… como se vino suponiendo hasta el siglo pasado”). Un urbanismo que da respuesta a la situación crítica de la degradación de la ciudad, pretende repensar las infraestructuras, la congestión del tráfico, comprometerse con la sostenibilidad,…