Thomas Moro inicia este artículo describiendo una ciudad utópica, Amaurota. El intento es desarrollar, por la narración de una sociedad ideal, una crítica a la sociedad actual, todavía demasiado atado a distinciones sociales y económicas.

Moro desarrolla un sistema genérico, una idea, aplicable a todas las situaciones, que permita de crear una sociedad mejor, libre. Él propone de eliminar todas las distinciones sociales aunque eso comporta el abandono de la identidad del individuo, considerado independientemente de su voluntad.

Lo que me parece interesante de este texto no es mucho la teoría de Moro, cuánto aquel al que puede llevar la idea de utopía en arquitectura. Los arquitectos son acostumbrados a pensar sobre algo concreto pero ¿su idea inicial se puede considerar quizás utópica? ¿La idea general de proyecto que el arquitecto consigue junto de una visión de el contexto, no es quizás ella desteja una utopía? De éste podemos deducir que los arquitectos siempre han trabajado con utopías que han devuelto luego concretas enfrentando las exigencias y las reglas que el lugar impuso.

Y es justo este, a mi aviso, el objetivo al que tiene que aspirar cualquier proyecto de arquitectura o urbanismo: poner en un contexto una utopía.

El arquitecto seguirá desarrollando ideas abstractas formales y espaciales que tendrán que conformarse con el lugar en que tienen que ser realizadas, porque solamente así podrá mantener la identidad de la ciudad y el individuo, factores importantes de no olvidar nunca. Es sin embargo imposible la realización de una sociedad o ciudad perfecta, justo porque cada individuo tiene una idea de perfección diferente en relación a su personalidad.