Estoy de acuerdo con muchas de las cosas de este texto, pero para empezar me gustaría tratar un tema con el que no comparto la misma opinión que el escritor.

En uno de los párrafos dice: “Para asegurar su supervivencia, el urbanismo tendrá que imaginar una nueva idea de lo nuevo. El urbanismo, una vez redefinido como modo de trabajar con lo inevitable y liberado ya de sus ataduras ancestrales, luchará contra la arquitectura invadiendo sus trincheras, ocupando sus bastiones, minando sus certezas, rompiendo sus límites y riéndose de su preocupación por la materia y la substancia, destruyendo sus tradiciones, convirtiendo en humo a los que la ejercen.”

¿Desde cuando el urbanismo se ha convertido en una lucha contra la arquitectura? No creo que la forma de reinventar el urbanismo sea centrarse en una lucha contra la arquitectura. La arquitectura no es enemiga del urbanismo, ninguno son nada sin el otro. Sino, ¿cómo sería un urbanismo en el que no hubiera arquitectura o, por lo contrario, cómo es una arquitectura sin urbanismo, sin lugar?

Desgraciadamente, el segundo caso es más común en la actualidad, donde se construye arquitectura sin mirar a su alrededor, una arquitectura egoísta que solo mira hacia sí misma. Es esto contra lo que tenemos que luchar, contra los arquitectos que se creen el centro del mundo y que piensan que su arquitectura es perfecta, pero no hay que luchar contra la arquitectura en general, ni mucho menos hay que destruir sus tradiciones ni convertir en humo a los que la ejercen.

En mi opinión, el futuro urbanismo es uno en el que arquitectos y urbanistas se unan por un bien común. No hay que pensar que somos enemigos, sino que debemos adaptarnos y crear ciudades del futuro.

Como dice el texto, el nuevo urbanismo buscará la irrigación de potenciales en él, no buscará límites, sino expansión del contenido y negación de las fronteras.