En este artículo, José Fariña nos habla sobre una de las transformaciones que están sufriendo muchas de las grandes ciudades europeas (en especial la ciudad de Oporto), debido a la ''turistificación''. El impacto del turismo sobre estas ciudades está provocando la ''expulsión'' de los habitantes de las zonas históricas de la ciudad (tanto de forma directa, como indirectamente). Esto conlleva a que estamos construyendo poco a poco una ciudad para no ser habitada, sino para ser usada. 

Pero, tal y como indica Fariña en el articulo, la propia identidad de la ciudad es lo que hace a la gente querer viisitarla. Si le borramos a la ciudad su identidad, si echamos a sus hanitantes, al final la gente no querrá visitarla, lo que me hace preguntarme: ¿hasta cuando durará esta situación?. Es normal, que la ciudad se transforme, igual que lo ha hecho a lo largo de toda su historia, y la turistificación es un cambio más en ella. Pero como personas sabemos aprender de los errores cometidos, y creo que, viendo hacia donde va esta sociedad, debemos de detener esta situación, y devolver a la ciudad su caracter original, volver a habitar la ciudad, no ha usarla.

A mi, como granadino, me preocupa este hecho, debido a que Granada vive en gran parte gracias al turismo. Y es cierto que por la calle cada vez se ve menos gente del lugar, y cada vez más turistas. Esto no significa que el turismo sea malo, ya que con él conseguimos una gran variedad de culturas que no hace más que enriquecer la ciuadad. Pero si es cierto, que es un sector que cada vez toma más fuerza, y sin que nos demos cuenta, está cambiando la propia estructura de la ciudad. Por ello, veo muy bien que se desde los ayuntamientos, se refuerce la mejora de la ciudad con la visión dirigida hacia sus propios habitantes (como es el caso de algunas actividades de consulta hacia el ciudadano que están teniendo lugar en el barrio del Realejo), ya que de esa forma, la ciudad crecerá qualitativamente, hecho que mejorará la vida de sus habitantes, y mantendrá esa llamada turística que tiene el encanto de la propia ciudad.

Rubén Toledo Freire