Querido vecino,

gracias a esta situación por fin nos conocemos. 

Nuestras conversaciones de balcón se han convertido en un ritual que no deberíamos dejar de lado. 

Durante el confinamiento, calles, plazas, patios y parques han tomado otro significado, disfrutamos de ellos desde una tercera persona, se han convertido en el escenario. 

A partir de lo ocurrido me planteé varias cuestiones. 

¿Es realmente necesario desplazarnos para determinadas tareas? ¿El transporte público es viable? ¿Ser nómada deja de ser una opción? ¿Volvemos a la cueva? ¿Qué papel toman los parques, plazas y otros lugares de reunión comunitaria? ...

Recuerdo aquello como un sinfín de dudas que no podían tener respuestas, pero el tiempo me ha contestado. 

En primer lugar, conocemos que es lo que ha cambiado desde entonces, nuestro contacto, nuestra comunicación y relaciones. Darwin y su “adaptarse o morir”, nos invita a responder a este cambio. Las ciudades tienen estas respuestas: las vías guiarán nuestros movimientos, el espacio tendrá otro requisito debido a la distancia interpersonal, la ordenación será fundamental para este cambio debiendo ser posible llegar a pie a todas nuestras necesidades, incluso con la creación de estos mismos escenarios que han surgido durante el confinamiento.

Hemos reinventado los modos de vivir, tanto personales como públicos. 

Está en nuestras manos continuar con una correcta adaptación y abrir nuestras mentes para poder disfrutar dichos cambios. Ya no sólo debemos cuidar de nosotros a nivel personal, esta situación nos recuerda nuestra responsabilidad social. 

Pronto vendrán más respuestas y por supuesto: ¡Las compartiremos!

Saludos.